La seguridad del equipaje a bordo

Cuando se trata del equipaje, los viajeros habituales de cruceros suelen contar experiencias diferentes de aquellos que suelen usar otros medios de transporte. Aunque no siempre ocurre así, con más frecuencia de la que desearíamos, hablar de la facturación de equipajes es sinónimo de pérdidas, robos, retrasos y daños en las maletas, bien sea por negligencia del usuario, de los profesionales de esas instalaciones o medios o de terceras personas. Sin embargo, la seguridad a bordo de una embarcación aporta mucha confianza a los cruceristas.

Hay varios factores que inciden positivamente para garantizar una buena estancia con nuestras pertenencias intactas. Para comenzar, las navieras ofrecen a los usuarios junto con la documentación de embarque unas identificaciones para colocar en las maletas, cosa que no siempre hacen las compañías aéreas, ferroviarias o de autobuses. En caso de pérdida, estas identificaciones pueden albergar detalles que relacionan el objeto al que acompañan con un pasajero, bien sea mediante un código o número de camarote y/o con una dirección, teléfono, e-mail u otras vías de contacto.

En los desplazamientos en los diferentes medios de transporte, los daños (golpes, abolladuras, rotura de ruedas o asas) en las maletas suponen hasta un 60% de las incidencias habituales del equipaje, según un estudio del departamento de Business Analytics de la correduría de seguros Intermundial, especializada en viajes. Cintas transportadoras, bodegas, vagones de carga, maleteros… nuestros enseres visitan diferentes sitios y a veces su tránsito no pasa por las mejores manos. En una embarcación, el personal de la naviera se encarga de transportar las maletas hasta el mismo camarote, ofreciendo al pasajero una atención personalizada y responsabilizándose, al ser tratadas por pocas personas y durante un recorrido mínimo, de los posibles daños ocasionados.

Eso sí, una vez en la habitación, la compañía recomienda no sacar de allí las maletas, ya que este es el lugar idóneo para ellas y fuera de allí, no se pueden hacer responsables de su integridad: la responsabilidad última de los objetos de valor guardados en el equipaje es exclusiva del pasajero. Este mismo estudio revela que hasta un 30% de las incidencias con el equipaje en los trayectos en medios de transporte se debe a robos. La contratación de un crucero, a través de una web profesional, de una agencia convencional o de la misma naviera suele venir acompañada de la invitación a la contratación de un seguro de viaje. Si a pesar de la seguridad de una embarcación, que no tiene los problemas de visitantes ocasionales amantes de lo ajeno que pueden aparecer en otros medios o instalaciones como aeropuertos o estaciones, y de haber seguido la recomendación de dejar la maleta en el camarote, se produce un robo a bordo, el seguro es la mayor garantía del pasajero: aporta un anticipo de fondos por transferencia bancaria en caso de sustracción, la cobertura de los gastos de tramitación de la documentación robada y parte o la totalidad del valor del equipaje.

Otro de los inconvenientes de viajar con compañías aéreas o ferroviarias, es el retraso en la entrega del equipaje facturado: en un barco, todo viaja en el camarote con nosotros, como el equipaje de mano en aviones o trenes. Por estos y otros motivos, un crucero es la oportunidad perfecta de aunar ocio para el pasajero y fiabilidad para sus maletas.