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Vuelta al mundo. Capítulo 3

Se acercaba el 8 de junio, fecha en la que había que pagar el resto del crucero.

A tres meses de salir, yo ya estaba nerviosa. En todos los escaparates veía ropa de crucero, zapatillas de crucero, bolso de crucero… También necesitábamos una “maleta de crucero”.

Llegó el 8 de Junio y confirmamos y pagamos “El Crucero”.

El día después, en un correo, Gonzalo nos enviaba los primeros pasos para conseguir nuestros visados. Un contingente de papeles para rellenar. Gracias que Crucerum se encargaba de tramitarlos. Me harté de poner mi nombre, dirección, número de pasaporte y de contestar preguntas absurdas. También de poner el nombre y demás de Antonio, que, amablemente, delegó en mí esta tarea.

Durante el invierno, estalló un conflicto en Yemen y en los países del estrecho de Ormuz, que no dejamos de seguir con preocupación. Teníamos una escala en Omán, y otra en Sri Lanka que nos parecía iba a ser difícil.

Hablábamos con Gonzalo y con Marc sobre ello.

Llegó el siguiente comunicado del ministerio de interior…”El Ministerio de Asuntos Exteriores español publicó recientemente una lista de los 17 países menos recomendados para viajar. Entre los más peligrosos, y a los que se aconseja no viajar bajo ningún concepto se encuentran Afganistán, Chad, R. Democrática del Congo, Haití, Iraq, Líbano, Liberia, Nigeria, Omán, Papúa Nueva Guinea, Somalia, Sri Lanka, Sudán, Timor, Uganda, Uzbekistán y Yemen”

Pero sorprendentemente, Costa no quitó esas escalas. Quitó las de Egipto. Hubo un atentado a un autobús de turistas en Luxor. Nos envió una nota diciendo que se anulaban las paradas de Sharm El Sheik  y de Alejandría y con ellas, una de nuestras excursiones incluidas en el crucero.

Nos reorganizaba el crucero, añadiendo un día de navegación y haciendo una parada en Aqaba, Jordania.

Jordania, un país maravilloso, pero que ya conocíamos. La variación de las escalas supuso un inconveniente. El final del crucero tenía demasiados días de navegación,  y poco nuevo para ver para nosotros. Nada nuevo en realidad. La última parte del crucero era poco interesante. Hablamos con Gonzalo y le planteamos la posibilidad de desembarcar en Singapur, donde empezaba el último tramo del crucero y ahorrarnos esa última parte. No muy convencidos, la verdad, porque Antonio no quería oír hablar de esa idea.

Costa nos ofreció la cancelación del crucero en su totalidad y el reembolso del dinero que habíamos dado. Pero a estas alturas, eso no era una opción. Nos quejamos amargamente a Gonzalo, nuestro paño de lágrimas e intermediario con Costa.

Gonzalo intermedió lo que pudo, pero no hubo forma que Costa nos compensara por nada.

Y de éste ligero inconveniente,  surgió una gran ventaja. Gonzalo me llamó y me dijo que Crucerum quería agradecernos la confianza de viajar con ellos, y nos ofrecía un “Camarote con Ventana”, sin desembolso adicional.

Y la vida volvió a sonreírnos. Esa ventana traía mucha luz a nuestro viaje. Luz y tres metros cuadrados más de camarote!

Así fue como el 4270, se convirtió en 4274, y el cuarto de las toallas, pasó a ser un flamante 17 metros cuadrados con una ventana, que aunque era “obstruida”, nos dejaría saber si fuera era de día o de noche. Nos despedimos con mucho agradecimiento de nuestro viejo camarote sin haberlo conocido. No hay que olvidar que hay empezó todo, y que sin él, nunca habría habido viaje.

Estábamos en Julio.

El día  11  compramos la primera excursión. Las Vegas.

En nuestro correo apareció la confirmación del pago, la reserva de la excursión y un sinfín de correos electrónicos de las embajadas, que enviaban los visados tramitados y listos para imprimir.

Volvimos a repasar y a llenar la cesta, esta vez definitivamente,  con las excursiones que habíamos elegido. El día 27 pagamos una segunda selección de las “definitivas”.

Compré una “supermaleta” en Santander. Grande, muy grande.

Repasé los armarios, en busca de bonitos vestidos y me pasé el mes comprando bikinis. Hicimos varias listas con “cosas” que no podían faltar en nuestro viaje.

El verano estaba pasando rapidísimo.

A primeros de Agosto, se llevaron nuestros pasaportes camino de la embajada de La India en Madrid.

En una semana los teníamos de vuelta con una hoja nueva. La del caro y difícil visado Hindú.

CONTINUARÁ….. La semana que viene, ultimo paso antes de embarcar.

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